Trajano, vencedor de los dacios y los partos, murió en Selinos (Cilícia), el 9 de agosto del 117, a los sesenta y tres años, tras 19 años y medio de reinado. El recuerdo que dejó fue excepcionalmente bueno, hasta el punto que el Senado, ya en vida, había decretado para él un epíteto nunca llevado por sus predecesores: “Óptimo”, que lo equiparaba con Júpiter Óptimo Máximo (la divinidad patrona de Roma). En el siglo IV, cuando los emperadores acudían al Senado, eran recibidos con la aclamación: «Más afortunado que Augusto, mejor que Trajano!». Y ya en las puertas de la Edad Media, como los papas no podían soportar tener que competir para superar la fama de este emperador pagano, lo cristianizaron bautizándolo con las lágrimas que Gregorio el Grande derramó, en su nombre, sobre la tumba del apostol Pedro. Puede ser por esto que Trajano aparece como uno de los habitantes del Paraíso en la Divina Commedia del immortal Dante Alighieri.
*Este curso se realizará en catalán