Uno de los recursos del ser humano para resolver sus problemas ha sido el de confiar en objetos que por su forma, color, material o simbología poseen poderes y cualidades especiales. En el antiguo Egipto el uso de los amuletos fue muy amplio y diverso, hasta el punto que los autores que han abordado la cuestión han llegado a reconocer cerca de trescientos tipos; amuletos en forma de divinidades o animales sagrados, otros que confieren las cualidades que representan a sus portadores o que los protegen con su poder mágico, amuletos especialmente concebidos para su uso en la tumba, distribuidos sobre las diferentes capas de vendas de las momias. De menor tamaño que templos y tumbas, los amuletos faraónicos también han ayudado a la pervivencia de la civilización que los creó.