En el transcurso del Segundo Periodo Intermedio, Egipto fue sometido a divisiones territoriales que acabarían en una larga y sangrienta guerra entre hicsos, dirigentes de origen asiático, y tebanos, gobernantes meridionales que se creían depositarios de las antiguas tradiciones. Finalizada la contienda, con el triunfo de los segundos, el país estaba unificado, pero devastado por la larga guerra. Sin embargo, una ideología militarista forjada en los combates, un ejército profesional y nuevo armamento, junto a apremiantes necesidades económicas, permitieron efectuar una expansión territorial en el sur y en el este que culminaría en tiempos de Tutmosis III, fundador de un gran imperio que dominaría tierras que iban desde Siria central hasta la cuarta catarata del Nilo.
