Nadie se hubiera atrevido a decirle a un faraón de las épocas gloriosas que un rey procedente de Nubia pondría a sus pies el valle del Nilo y se coronaría como el primero de una dinastía de faraones extranjeros.
Pianji, en una fulminante campaña militar, aprovechando el estado de desintegración política de sus vecinos del Norte, fue capaz de aunar bajo un solo cetro los dos reinos de Amón (Nubia y Egipto) e invertir la tradicional situación de preponderancia de Egipto sobre Nubia.
Tras la conquista, y tras asegurar la estabilidad política de Egipto, Pianji se retiró a su capital de origen, Napata, donde se concentra la principal actividad constructiva de su reinado.