Durante las campañas de excavación (2019/2020) se recuperaron 60 enormes bloques de piedra que muestran diversos elementos arquitectónicos, bellos frisos decorativos e importantes textos en escritura jeroglífica.

Entre estos textos, destaca la presencia de dos cartuchos que contienen el nombre del faraón Ptolomeo I y una inscripción que aporta valiosa información sobre la fundación del templo, su nombre y los dioses a los que estuvo dedicado.

Se trata de un conjunto de materiales que permitirá plantear una propuesta de reconstrucción hipotética del templo que hace dos mil años se erigió en la ciudad egipcia de Hut-nessut, antiguo nombre de la actual Sharuna.

A partir del convenio establecido con el Instituto de Egiptología de la Universidad de Tübingen, titular de la concesión arqueológica de Kom el-Ahmar Sharuna, desde el año 2006 la Fundación Arqueológica Clos ha llevado a cabo seis campañas de trabajo en la necrópolis principal de este yacimiento, con la intención de continuar las tareas de exploración y documentación que desde 1984 han desarrollado diferentes equipos de la citada universidad alemana.
El proyecto consta básicamente de dos líneas de investigación: la primera, a cargo de Béatrice Huber, se centra en el estudio de la ocupación tardo-romana en la región. La segunda tiene como objetivo la continuación de la excavación y la documentación de la denominada necrópolis principal de Sharuna. Aquí, las tareas se han concentrado en un sector de la zona oriental, donde a través de una exhaustiva labor de documentación se pretende obtener una muestra significativa de la evolución de la necrópolis a lo largo del tiempo. Estructuras funerarias de diversos períodos (Reino Antiguo, Primer Período Intermedio y Época Ptolemaica), reutilización de las tumbas como una zona de hábitat para los coptos y diversas galerías y cámaras que parecen formar parte de un extenso cementerio de animales sagrados son los principales elementos que figuran en la secuencia histórico-arqueológica del lugar.

En 1998 ingresó en la Colección de Arqueología Egipcia Jordi Clos un cuerpo momificado de época romana al que se le dio el nombre de Dama de Kemet. Ese mismo año la Dama de Kemet fue objeto de un estudio médico bajo la dirección del Dr. Félix Escalas con la colaboración del Dr. Xavier Lucaya y el departamento de Radiología del Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona. La aplicación de técnicas punteras en la investigación, como la Tomografía Axial Computerizada Helicoidal (TAC), endoscopias y otras, nos permitió conocer con mayor profundidad a la persona.

Gracias a la reconstrucción facial realizada por el Dr. Wesley Neville, especialista en medicina forense de Estados Unidos, se pudo reinterpretar el aspecto de su rostro.

En febrero de 2004, la momia fue sometida a un nuevo examen endoscópico con la colaboración de miembros del Hospital Universitari Sagrat Cor de Barcelona. Se obtuvieron muestras de hueso y de partes blandas que fueron estudiadas con técnicas histopatológicas (Dr. P.L. Fernández, Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Clínic de Barcelona). El examen del tejido obtenido en la zona de la masa conjunta de los pulmones y del corazón fue objeto de un análisis con Microscopía Electrónica de Barrido (Dr. J. Esteban).

La momificación de los animales respondía a diversas razones: por ser considerados manifestaciones terrenales de los dioses, para servir de alimento simbólico en el Más Allá como ofrendas para los dioses, o simplemente, por haber sido un animal de compañía que continuaría eternamente al lado del difunto.

La colección del Museo Egipcio cuenta con un total de ocho momias de animales, pertenecientes a las siguientes especies: halcón, cocodrilo, ibis, dos gatos (un adulto y una cría) y tres musarañas. El primer estudio radiológico fue realizado por Javier Tomás Gimeno en el Servicio de Radiología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. A partir de este fue posible identificar el animal momificado así como su posición, estado de conservación y diferentes patologías.
Desde principios del año 2011 la egiptóloga M. Luz Mangado dirigió un proyecto centrado en la aplicación de nuevas tecnologías de imagen al estudio de las momias animales de nuestro Museo. El sistema utilizado permite la reconstrucción de la imagen en tres dimensiones, facilitando en gran medida su estudio y análisis. Colaboran la Unidad de Imagen del Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra (Gabriel Heras y Carlos Ortiz de Solórzano) y el Departamento de Radiología de la Clínica Universitaria de Navarra (Gorka Bastarrika).

Momia de halcón
Esta momia pertenece a la familia de los halcones. Podría corresponder a un halcón negro europeo (Falcó subbuteo) o a un cernícalo (Falcó tinnunculus o Falcó naumanni). Está completo y en posición estirada, con las patas extendidas y cruzadas delante de la cola. Se aprecia una fractura en el húmero derecho producida después de la muerte del animal.

Momia de gato adulto
Las radiografías muestran un gato adulto completo, sin poder asegurar su pertenencia a la especie Felis silvestris lybica (gato salvaje africano) o a su variante doméstica Felis catus. Las extremidades superiores están extendidas al lado del cuerpo y las posteriores flexionadas. La cola está situada en la parte posterior del tronco, presentando fracturas en algunas de las vértebras caudales. No se puede observar ninguna fractura ni luxación cervical, señal inequívoca de sacrificio, debido a la presencia de tres barras metálicas de 5 mm de diámetro colocadas por el propietario anterior al ingreso de la pieza en el Museo. A causa de esta alteración anatómica no se puede valorar la posible causa de la muerte.

Momia de cría de gato
En esta cría de gato, la única lesión observada es un traumatismo craneal en la región occipital. El impacto debió ser importante, lo que hace pensar en un sacrificio, ya que es difícil que un gato pueda hacerse, de forma accidental, una lesión de estas características. La corta edad del felino es otro indicio de su posible sacrificio a la diosa Bastet. El sacrificio de animales criados para esta función se generalizó en Egipto a partir de la Baja Época. 

Momia de ibis
Corresponde a un ibis sagrado (Threskiornis aethiopicus). Su posición es similar a la que adopta esta ave cuando duerme: patas flexionadas bajo el abdomen y cuello girado hacia abajo, apoyando el pico y la cabeza sobre la espalda. El ave no presenta lesiones. Merece descartarse la presencia de una gran cantidad de conchas de pequeños caracoles en el interior del abdomen.

Momia de cocodrilo
Ejemplar muy joven de cocodrilo del Nilo (Crocodylus niloticus). El esqueleto está completo y presenta las patas extendidas al lado del cuerpo. Tiene una fractura en la columna vertebral, en la región dorsal media, aunque es difícil precisar si esta fue la causa de su muerte.

En febrero de 2003 el Museo Egipcio de Barcelona adquirió una obra muy singular. Por una parte, se trataba de un tipo de objeto del que han llegado muy pocos ejemplares hasta nuestros días; por otra, su precario estado de conservación aconsejaba una rápida actuación que garantizara su preservación y lograra las condiciones que hicieran posible su exhibición pública. Afortunadamente, los trabajos de restauración han hecho posible la recuperación y la dignificación de una obra que prácticamente podía darse por perdida.

A mediados de 2002 llegaron al Museo Egipcio de Barcelona tres pequeños y gruesos paquetes de papiro enrollados. Los trabajos de apertura y conservación-restauración fueron encargados a Domènech Palau y a Tana Andrádez, obteniendo un largo fragmento de papiro (unos 4 m), correspondiente a la parte inferior de un documento, del que se conservaron su inicio y el límite inferior, y al que le faltan aproximadamente dos tercios de su altura. El texto ha sido identificado como parte del Capítulo 168B del Libro de los Muertos, denominado de las ofrendas, un capítulo de los menos frecuentes en la redacción de esta obra funeraria.

En 1999 el Museo Egipcio de Barcelona adquirió una pieza de características muy singulares. Se trataba de una cobertura de momia (de las llamadas popularmente cartonajes) diseñada, en su momento, para cubrir de forma completa el cuerpo de su difunto propietario. Cronológicamente se puede ubicar en época romana (principios del s. I d. C.) y podría haber sido utilizada por una mujer joven. En este caso, el cartonaje, formado por diferentes capas de vendas, a las que se les ha dado una relativa rigidez mediante el uso de consolidantes, presenta en la superficie un llamativo tratamiento realizado con la aplicación de pan de oro. En su extensa superficie se aprecian numerosas escenas figurativas de una riqueza documental extraordinaria.
En el momento de su ingreso en el Museo, el cartonaje presentaba un estado de conservación muy precario: deformado, dividido en dos partes y extremadamente frágil. Era necesario, por tanto, plantear y ejecutar un programa de conservación – restauración específico que propiciara el “retorno a la vida” de una singular pieza. Durante un año, la empresa Gamarra&García se encargó de estas tareas.

Entre los años 1997 y 2004 la Fundación Arqueológica Clos llevó a cabo cuatro campañas en el yacimiento arqueológico de Meidum. Los trabajos realizados son los siguientes:

• Levantamiento topográfico del yacimiento: se ha realizado un plano trilingüe que contempla tanto las estructuras arqueológicas identificables sobre el terreno y las zonas de trabajo adscritas a los diversos objetivos de la misión, como todos aquellos elementos arqueológicos no visibles, pero publicados en trabajos previos.
• Restauración – conservación de la mastaba nº 16: después de realizar las pruebas necesarias para determinar los materiales más adecuados, se procedió a una intervención de urgencia en los sectores puestos al descubierto por otras misiones. Por último, se realizó un ensayo de reconstrucción de un pequeño tramo de muro junto a la capilla de Nefermaat como propuesta que podría ser aplicada a lo largo de toda la cara Este.
• Localización y excavación de estructuras arqueológicas: al este de la mastaba de Nefermaat se documentó un sector de la necrópolis integrado por dos conjuntos sepulcrales consistentes en las dos capillas excavadas en la roca con diversos pozos y cámaras sepulcrales. Los individuos aparecen en posición fetal, extendidos sobre el costado izquierdo, y que prácticamente no tienen ajuar funerario. En los pozos y en la capilla se han recuperado numerosos fragmentos de cerámica que permiten datar estas tumbas entre el inicio de la Dinastía IV y el final de la Dinastía V.

El proyecto “En busca de los faraones negros” se centró en la prospección del área de concesión y la excavación de los restos localizados. Se hallaron dos tumbas reales; la tumba bautizada como P-26 está formada por dos cámaras funerarias excavadas en la roca, accesibles mediante una rampa escalonada de 22 m de longitud. Conserva parcialmente los restos de pintura parietal que en su origen cubrieron las paredes y bóvedas de las cámaras funerarias. En la bóveda de la primera cámara destaca la representación de un “Techo astronómico”, del que se pudo recuperar parte del nombre del rey al que perteneció la tumba: Semesu Uhemu. En cuanto a P-27, se trata de una tumba compuesta por una sola cámara, accesible a través de una rampa escalonada; podría tratarse de la tumba de una reina. La superestructura que debió coronar estas importantes construcciones subterráneas está prácticamente arrasada, aunque debió tener forma piramidal.
Junto a las tumbas descritas se han encontrado otras calificables como civiles (a diferencia de las reales), de dimensiones más reducidas y con una distribución más dilatada en el tiempo. Así, las tumbas T-2 y T-5 serían las más antiguas del conjunto, remontándose a un momento pre-napatienso; las tumbas T-1 y T-5 se han datado en época meroítica; y la más moderna sería la T-4 situada en un contexto próximo al denominado Grupo X.